El Cine Social

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Pensar nos hace libres

Maite Larrauri en el debate sobre Hannah ArendtElcinesocial-Maite Larrauri-Paqui Mendez

Con el salón de actos lleno, se pudo disfrutar de la excelente película de Margarethe von Trotta, “Hannah Arendt”. Tras la proyección, como es habitual en nuestros encuentros, Paqui Méndez del equipo de El Cine Social, presentó a la experta invitada: la profesora de filosofía Maite Larrauri.

Maite comenzó su intervención resaltando la diferencia que Hannah Arendt establece entre conocer y pensar. Conocer es registrar datos, conocimientos, incluso saberes. Pensar, por el contrario, es establecer un diálogo con uno mismo, interrogarse. Pensar es buscar un razonamiento propio sin conformarse con lo que defiende la mayoría, con lo que es normal.

El proceso de Eichman, que ocupa el lugar centra de la película, planteó a Hannah Arendt dos grandes interrogantes: ¿Por qué colaboró y consintió una gran mayoría de la población alemana? ¿Por qué unos pocos pudieron resistirse?

Cuando formula el concepto de “La banalidad del mal”, Arendt no está diciendo que el mal es banal. Por el contrario el mal fue monstruoso, pero quien lo cometió era gente normal. Eichman no era un monstruo fanático, era una persona normal que, según afirma a lo largo del juicio, se limitó a cumplir ordenes, a hacer lo mejor posible su parte del trabajo burocrático -trasladar millones de judios a los campos de exterminio-, actuó como se esperaba de él.

Eichman, como millones de alemanes, no puso en cuestión las órdenes que recibía. Porque es incapaz de pensar, incapaz de razonar, de construir un pensamiento propio, una mirada crítica.

Hannah Arendt no se limita a seguir el criterio de la mayoría de los judíos, ni siquiera el de sus amigos. Ellos esperaban una denuncia inequívoca de los asesinos nazis y una defensa de todas las víctimas: el pueblo judío. Pero ella se enfrenta al juicio con la mente abierta y por eso resalta el vergonzoso papel de los colaboracionistas judíos y el carácter no monstruoso sino banal de muchos de los asesinos. Y se quedó sola, con sus propios pensamientos, pero sin amigos.

Maite Larrauri destaca además una afirmación de la protagonista: el mal no puede se radical. La raiz del pensamiento es la memoria. El mal no surge de la memoria, por tanto puede ser hororoso pero no radical.

Margarethe von Trotta, afirma Maite, suele retratar mujeres con un gran sentido de si mismas como Hildegard Von Bingen o Rosa Luxemburgo.

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Esta entrada fue publicada en febrero 12, 2014 por en Cine social y etiquetada con , , .